"No tengo que ponerme", "Falta uno pa la pichanga", "Mi novio me engaña", "A donde vamos de vacaciones", "Ya no tenemos sexo", "VIF", " Se me perdió algo muy importante, y no lo puedo encontrar", "No tengo plata"... Todos son problemas.
Cuando hice mi práctica construímos un "termómetro de la rabia", para explicarle a niños de 9 años que distintas situaciones producen distintos niveles de rabia en distintas personas. El concepto básico era: es mejor tener niveles de rabia más bajos porque así se pueden manejar las conductas y no se pierde el control, entonces ellos debían reflexionar que podrían hacer para disminuir los niveles de rabia y no perder el control.
Ahora bien, ¿que pasa cuando los problemas no generan rabia, sino que una profunda angustia? Que pasa cuando esa angustía nos penetra y controla los impulsos, cuando esa angustia no te deja dormir y pasas la noche dandote vueltas, y si consigues dormir despiertas sobresaltado por las pesadillas, cuando esa angustia se aloja en tu garganta y no te deja comer, te cuesta tragar y te sientes mal por cada migaja que atraviesa tu garganta, cuando esa angustia te llena y se hace agua en tus ojos, lagrimas que no puedes controlar, cuando es angustia cierra tus ojos y hace que veas todo negro, cuando esa angustia hace que te sientas pequeño y débil, sin fuerzas para vivir....
Muchos hemos sentido esa angustia y es desesperante, pero tan terrible como eso, es cuando alguien que tu quieres mucho, una amiga por ejemplo, siente esa angustia, y tu te sientes inutil, y tratas de recurrir a la psicología porque claro llevas 4 años a cuestas de una carrera que te da el status y la suposición de que sabes lo que hay que decir... Pero no es cierto, o sea si sabes lo que se debe hacer... pero no siempre es lo que se necesita, porque a veces solo debes saber dar un abrazo y ecuchar, porque a veces no hay palabras adecuadas ni formulas mágicas, porque solo debes dejar que la pena fluya, dejarla que llore, hasta que se canse... Decir las cosas asertivamente, no imponer ningun pensamiento, y no importa cuantas veces caiga en esa pena, lo importante es saber levantarse, y mientras más veces te levantes, mejor persona eres, más te fortaleces...
Sé lo que digo muchas veces caí, y con pensamientos muy negativos hacia mí, con mucho dolor y sola porque no sabía pedir ayuda, no sabía como pedir a un amigo que me escuche... Hoy que una amiga está en problemas y me lo pide a mí, tengo que hacer todo lo posible por acogerla, porque sé lo que es estar del otro lado y sentirse angustiada. Siempre habran problemas, siempre habra angustia por no poder solucionarlos, pero es menos doloroso cuando cuentas con el abrazo de una amiga.-
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