Para mi esto partió el viernes 26 de febrero, como a las 15:30 cuando me despedí de mi familia: mi papá insistía en: por qué viajaba sola; mi mamá en por qué no iba a una de las playas de la región (cómo se arrepentía mi madre luego del terremoto, de haberme sugerido eso), mi hermano menor me fue a dejar hasta el colectivo, me abrazo, y me deseo un buen viaje.
Tomé un bus con destino a Curicó, ese trayecto de 50 minutos, que nunca había realizado, se me hizo agradable. Llegué a Curicó, y con ayuda de un chico que hace aseo y del guardia pude comprar un pasaje a Pichilemu, tuve que esperar 2 o 3 horas a que llegará el minibus. La espera se me hizo muy larga, tenia sed, hambre y tenía tristeza de hacer viajado a pesar de las aprensiones de mis padres. Llegó el bus y el viaje se demoró como 4 horas hasta Pichilemu, fue parando en cada pueblo que habia en el camino, pensar que muchos de esos pueblos estan muy afectados aún, y no aparecen en los noticiarios como Peralillo, Navidad, Chepica, etc. finalmente llegué cerca de las 23:00 a Pichilemu. En el terminal me esperaba Ricardo, caminamos hasta la cabaña, que quedaba muy cerca. una vez allá me mostró la casa y donde dejar las cosas. Le dije que necesitaba tomarme un té y nos dirijimos a la cocina, él me miro, con sus ojitos radiantes y ansiosos, me abrazo fuerte, me tomo entre sus brazos y me beso largamente, haciendome sentir, que todas esas horas de trayecto valian la pena, para estar a su lado, en esta playa, como a la 01:00 le dije que tenía hambre y fue a comprar, se demoro bastante segun mi parecer, volvia con empanadas, las calentamos, y las comimos junto a un te ruso que el habia traído para sorprenderme, se acabó el festival, y nos fuimos a la pieza, conversamos pues, a pesar del cansancio, no teniamos sueño. Yo llevaba mi libro: Dawson Isla 10 de Sergio Bitar y quería compartir con Ricardo, un parrafo que hablaba de todos los libros que resultaban sospechosos para los militares entre los que estaban: el Cubismo, la Revolución de la Física, etc. lo estaba leyendo en voz alta, cuando de pronto se conrto la luz. Alcanzamos a elucubrar que quizas en la cabaña estaba programado que se cortara la luz a una hora, busque mi celular bajo la almohada (siempre lo dejo ahi), para ver que hora era: alcance a ver 3:34 y luego comenzó ese ruido y movimiento que nos sacudio a gran parte de los chilenos. Quise salir, pues estaba en una cabaña que no conocía y que no confiaba, pero Ricardo me detuvo, me abrazo fuerte, y me dijo: -No, quedate aqui mejor, ya va a pasar-. Yo me quedé muy quietecita y en silencio, me parecieron segundos eternos y tenía miedo, sentía que se movía todo muy fuerte, un ruido horrible y más me asusté cuando escucheé algo que se quebró en la cocina. Cuando por fin acabó se escucharon ruidos de las otras cabañas, salió Andrés el dueño del lugar y llamaba a Ricardo, golpeaba la ventana, yo le respondí que Ricardo ya habia salido por el otro lado, mientras me ponia zapatos muy rápido y salí también. Andrés estaba nervioso y asustado, afortunadamente él desde un principio comprendió la magnitud de la catastrofe. Nos dijo: -Acá en Pichilemu existe un plan de emergencia, si hay riesgo de tsunami va a sonar una alarma y nos vamos al cerro, así que abrieguense y -... Andrés no alcanzó a terminar de hablar cuando lo interrumpió una replica. Así que agregó:-No vamos a esperar la alarma! nos vamos al cerro altiro en mi auto-. Yo entré a la cabaña y me puse jeans, usé mi celular para alumbrarme y veía como mi mano con el celular tiritaba y mi corazón latía a mil, tomé mi cartera en donde tenia lo escencial mis documentos, dinero, remedios, papel higienico, etc. el celular se me quedó en la cabaña, lo solté mientras me ponia los jeans todo muy rapido. En el auto conducia Andres a su lado iba su polola y atras iba otra pareja que arrendaba una de las cabañas y yo me tuve que sentar en las piernas de Ricardo. Cuando ibamos en direccion al cerro veía la gente que subia corriendo el cerro, algunos casi desnudos, iban varios autos mas en dirección al cerro y muchos, muchos se iban de Pichilemu. La escena de la gente deseperada la hilera de autos, el miedo que se respiraba en el ambiente, superaba cualquier película gringa. Habia un sujeto con un cortaviento que tenía el logo del gobierno y una linterna, que indicaba porque camino había que subir el cerro. Una vez en la cima nos bajamos del auto. Estaba muy descolocada, y todo me parecía irreal, recorri el lugar y al poco tiempo... empezaron a llegar más y más autos, según la estimación de la misma gente de ahi, eramos cerca de 300 personas. Algunos empezaron a reunirse y a hacer fogatas, nosotros nos fuimos rotando en las distintas fogatas, yo estaba muy callada, no podía dejar de pensar, en cómo estaría mi familia. En un minuto se empezaron a sintonizar radios argentinas, en donde decían que el terremoto habia alcanzado la magnitud de 4º en Mendoza. Luego se sintonizó la radio de Pichilemu, la gente que llamaba estaba en pánico, incluso llamó una sra. que estaba sobre este cerro y decía que necesitaba comida, agua, pañales, etc. y recien llevabamos 3 horas en el lugar, las replicas no se dejaron de sentir en ningun momento. Habían personas muy angustiadas, otras molestas, otras tranquilas y un grupo de jovenes contaba chistes y cantaban en una fogata. Apenas amaneció yo sólo quería bajar de ese cerro y tratar de comunicarme con mi familia, pero unas personas nos detuvieron, afortunadamente, porque por la información posterior, la última ola fue entre las 6 y 7 de la mañana. Cuando Andrés decidió volver a las cabañas,eran pasadas las 10 de la mañana pasamos por toda la devastación, imagenes que han pasado mil veces por la tv, en los diarios, en la red, etc. vimos la fuerza del mar, que se llevo, sueños, vidas, hogares, rutina, trabajo, proyectos, etc. vimos peces, en la calle frente a un supermercado, arena donde no debia haber. Vimos personas revisando los escombros, personas recogiendo restos de su vida, también personas robando, lo que antes, fueron restaurant y locales comerciales. Yo no me bajé del auto. En la cabaña nos duchamos y salimos, pasamos por el terminal y no estaban saliendo buses, luego seguimos en busqueda de un telefono. Ricardo ya habia podido comunicarse con su familia, y yo aun no, y era lo único que necesitaba. Hicimos una fila por un telefono público, recuerdo unos argentinos, echaban muchas monedas y estuvieron mucho rato intentando comunicarse pero no consiguieron llamar. No sé que hora era, ni cuanto rato esperamos el telefono, pero el tiempo se me hizo infinito. Cuando llego mi turno, mi corazón latía a mil, me contestó mi padre, estaba tan nerviosa, ansiosa, no sé tantas emociones me recorrian que dije: -Aló, Romina?- y mi papá me contestó: -No, no está.-Pensé que me cortaría y agregué: - No!! que yo soy Romina.- Mi papá no se atrevió a hablarme y me pasó a mi mamá, le dije que yo estaba bien, pero que quería saber como estaban ellos. Mi mamá me dijo: Hubo un terremoto! Ella no tenía idea de lo que pasaba en el resto del país, ella me dijo, que me fuera mejor a San Fernando o a Stgo. que al parecer la carretera no estaba bien. Esa noche Andrés nos llevó a un cerro en una playa llamada Punta de Lobos, el se portó muy bien, con nosotros, que eramos unos desconocidos. El ruido del mar, nunca lo olvidare, en cada replica, parecía amenazarnos con más fuerza, fue otra noche sin dormir.
El día domingo 28 teníamos pasajes para devolvernos a las 16:00 pero sólo salío un bus a las 09:00 y nada más en todo el día. Ese día no pude contactarme con mi familia, tenia frío, sueño y la angustía era demasiado grande, no sabía cuando podría salir de Pichilemu. No teníamos donde quedarnos, no había electricidad, los telefonos no funcionaban. carabineros no sabían nada, pero al menos nos dijieron que el lunes a las 10:00 saldrían los buses y nos recomendaron estar antes. Encontramos una residencial donde quedarnos, ya no aguantabamos otra noche en el cerro. Habíamos comprado velas y fósforos y afortunadamente, en una tienda que estaban funcionando con un generador de energía, permitieron que Ricardo cargara su celular, (yo no llevé mi cargador). Mientras esperabamos que se cargará el teléfono, vimos las noticias en la tv del lugar, las vimos en silencio, creo que aún nos era dificil asimilar, todo esto. Esa noche dormimos vestidos la residencial era antigua tenia un cielo alto, la dueña del lugar entraba a la habitación en cada replica, asi que dormi de a poquitos, pero por lo menos dormí algo y en una cama. El día lunes 29 nos levantamos muy rápido y en el camino al terminal buscamos un telefono pero no funcionaban aún. Una vez en el terminal había mucha gente ya, y seguían llegando más y más, habían dos filas, una para buses Nilahue y otra para Pullman del Sur, nos formamos en esta segunda. Primero llegaron 4 buses Nilahue y hasta ahí llegaron las filas, la gente se abalanzo, gritaban y se empujaban, realmente estaban desesperados y muy agresivos. A los minutos despues se dispusieron a salir 4 buses Pullman y paso algo similar, pero a diferencia de los otros, la gente de buses de estos buses, cerraron las puertas y no dejaron subir a nadie, hasta que llegará alguien de administración. Primero dejaron subir a todas las personas que tenian pasajes para el día sábado, nosotros que teníamos para el día domingo, nos subimos en el último bus, y le tuve que pedir a la sra. de la administración que me dejará subir, porque yo tenia pasaje para San Fernando y el bus iba a Santiago, me dijo que podía subir, siempre y cuando pagara la diferencia arriba, acepte de todas maneras.
Ese lunes 29 llegue a Stgo., estaba preocupada por mis amigos, ya sabía que mi familia estaba bien. Mi mejor amiga se habia comunicado con mi familia de inmediato e incluso me llamó a la casa de mis tíos en Stgo. porque estaba incomunicada, mi celular quedó algo resentido despues del terremoto. Y ella también me dió noticias de Carla, una querida amiga que vive en San Pedro de la Paz, que es muy importante para mi, y de quien no sabía nada. Poco a poco me fui comunicando con las chicas de la U y el resto de mis amigos, lo que fue aliviando mi corazón. En Santiago estaba bien, dormía en una cama, comía regularmente, había luz, agua, ¡cómo se valoran cosas tan simples, cuando vives algo extremo!. Yo digo que aprendí, que hay que ir al baño aunque no tengas ganas, tienes que comer, aunque no tengas hambre, y aunque todo se vea horrible hay que seguir adelante.
El día jueves 04 de Marzo llegue por fin a Talca, en el viaje lo que me impresionó fue el puente del Río claro, ya habia visto fotos, pero verlo en vivo es diferente y como había un taco, tuve tiempo de observarlo. Me tuve que bajar en Varolli, me esperaban mis padres y mi hermano. Diego fue el primero en abrazarme, estaba muy feliz de verme y yo de verlo a él, su abrazo me dio paz. Mi papá me abrazo y lloro unos minutos, él es muy sensible y siempre piensa lo peor. Mi mamá me abrazo muy fuerte y me dijo: Mi bebé!!, ella también estaba muy feliz de verme. Llegar a Talca, y ver mi ciudad, en las condiciones que aún está, fue algo realmente fuerte, mucha de mi historia está acá y está en ruinas. Afortunadamente el sector de la ciudad en que yo vivo está intacto, conversaba con una amiga, y pensamos que vivir aquí, en el sector Sur Poniente, es estar en una burbuja de Talca. Yo aqui me sentía tranquila a pesar de las constantes y fuertes replicas, estaba con mi familia y eso era lo que me importaba. Durante unos días y contra mi voluntad dormimos en el patio. Y ya el resto lo saben, ahora estoy enfocada en los demás que la están pasando mal, realmente mal, que no hay que olvidarlos. Gracias por leer esto y...¡Levantemos Chile!
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